El Perú que hoy recibimos, no es el mismo que tuvieron nuestros padres. Hoy quizá podemos jugar una pichanguita en la noche, ir a una discoteca de Miraflores o de paseo. Pero no siempre fue así. Aunque todavía existe pobreza en el país, nada se compara a los tristes años entre el 1980 y mediados de los 90. Las calles desiertas tomadas por el pánico, por el terror, por el Terrorismo.
No podía jugar un partido de fútbol en la calle porque una bomba podía explotar en cualquier momento, tampoco podía ir a una discoteca porque lo más probable es que se vaya la luz o aquel lugar donde se divertía quebró debido a la crisis. Peor aún irse de paseo, pues el dinero con las justas alcanzaba para comer lo básico.
Aquel Perú de fines de los 1980 era una nación muerta, sin esperanzas con una hiperinflación más grande que la panza de Alan García y una escasez como la carne de Fiorella Rodríguez. No habían los alimentos básicos y para acceder a los que el gobierno subsidiaba se formaban larguísimas colas.
La moneda perdía su valor a cada instante junto con la ola de alzas que alarmaban a las amas de casa. Al no haber dinero y a la vez pánico por las muertes, extorciones y crímenes generadas por el terrorismo muchas empresas quebraron, esto trajo consigo muchos problemas. Uno de ellos fue que no había para pagar impuestos, por lo tanto la ciudad estaba hecha una desgracia, la suciedad aumentaba y paralelamente algunas obras como el Tren Eléctrico se detuvieron.
El terrorismo, principalmente Sendero Luminoso escribió las páginas más trágicas de la historia peruana tiñendo de sangre la memoria de muchos que recuerdan aquellos fatídicos años.
Lo que ocurría después sería un milagro, el milagro peruano. Una resurrección iniciada por el estado peruano. Su gente lo estaba logrando, sacar al Perú de la crisis que nos cortaba las piernas. Esto no fue fácil, Recién hoy, 30 años después podemos decir que estamos en proceso de ser una nueva nación, un país que progresa.
Hace 20 años era imposible pensar que los centros comerciales estarían repletos, que una fiesta de año nuevo podía concluir sin oscilar el foco, que puedas salir a caminar sin aquel terrible temor de bombas por las calles. Ahora sí puedes darte un gusto, porque el alejamiento del terrorismo trajo de regreso y hasta con mayor fuerza la inversión extranjera que permite que el país se mueva día a día. Registramos un crecimiento alentador de casi 10%, eso marca que estamos por buen camino.
Sin embargo, parece que los peruanos no aprendemos de nuestras lecciones. Parece que en vez de eliminar cualquier mínimo indicio de acción subversiva la apoyamos. Un grupo de jóvenes salió a respaldar al MOVADEF movimiento que quiere registrarse como partido político con las ideas de Sendero Luminoso y el llamado pensamiento Gonzalo.
Un reportaje de televisión muestra la ignorancia de algunos jóvenes respecto al pasado terrorista que atravesó al Perú desconociendo la figura del criminal Abimael Guzmán, confundiéndolo como director de cine.
Tal vez la ignorancia también contribuye a los terroristas pues se aprovechan de la ingenuidad de algunos.
No permitamos que se nos arrebate el futuro de paz que anhela el Perú, un futuro que nos cuesta mucho conseguir. Hemos avanzado tanto, que no sería justo retroceder cediendo ante estas fuerzas malignas que solo traen la desolación y muerte a un país que ya no quiere sufrir los fantasmas del pasado.