jueves, 10 de abril de 2014

La pelea por demostrar quien es el más macho en la cultura popular limeña
Generalmente los hombres entre 14 y 17 años van viviendo nuevas experiencias en su vida y el comportamiento que tienen con su grupo de pares se convierte en una competencia asolapada. Todos los jóvenes al parar con sus amigos son conscientes que están en un ring para demostrar quién es el ‘más macho’, aunque nadie lo diga abiertamente. Actividades como ir al gimnasio, jugar fútbol o practicar artes marciales con los amigos es una forma de gritar a viva voz ‘Soy hombre’ porque existe el temor de que la masculinidad pueda perderse y eso es considerado, por muchos, como peligroso. De ahí la explicación de por qué algunos padres le dicen a sus hijos ‘pórtate como hombre’, ‘ríete como hombre’ o los llevan a debutar a penas cumplen 18 años para que ‘se hagan hombres’, justamente por la creencia popular a que pueden pierder la hombría y se vuelvan homosexuales.
La amistad en esta edad es muy volátil. No se respeta el código de amigos y existen pugnas en el interior del grupo al luchar por el amor de una mujer. El líder del grupo tendrá que poner las cosas en su lugar. Siempre habrá un referente. Aquel hombre grande, hábil, valiente y fuerte que impone respeto frente a los demás. Ese que manda, que es rudo, que se la da de ‘cachero’. A ese hombre se le conoce como el ‘Macho Alfa’ porque, además, tiene éxito con las mujeres, ya que las féminas se sienten protegidas al estar con uno de esa especie y más aún si sabe bailar salsa.
Cuando los adolescentes se reúnen para tomar unas chelas en las esquinas de los parques tratan de afirmarse como ‘machos’ en el grupo, se comparan entre ellos para hacer una competencia de masculinidad. ‘Ser el más hombre’ da satisfacción personal, orgullo y poder por encima de los demás.
Con ayuda de lo que señala la antropóloga Norma Fuller en ‘Fronteras y Retos: Varones de clase media en el Perú’ ensayaremos 3 campos que desarrolla la masculinidad en el Perú.
CAMPO NATURAL
En nuestra sociedad, los adolescentes, demuestran la virilidad principalmente siendo el más fuerte y el más potente. En otras palabras ser capaz de penetrar a una mujer. Es por eso que los jóvenes organizan fiestas peras (o semáforo) con alto contenido sexual, van juntos al ‘chongo’ o a una casa de citas. Mientras los jóvenes se juntan para tomar un trago o fumar un cigarro siempre están revoloteando tres temas de conversación que, a propósito, tienen la finalidad de demostrar que son bien hombres. El tema por excelencia es la primera relación sexual. Cada individuo saca a la luz como fue su primer ‘polvo’, con quien, en qué circunstancia, cuanto duró, cómo lo hizo. Sobre este punto los jóvenes tienden a exagerar sus aventuras entre sábanas sobre todo en el tema de las poses, la duración y en comentar el disfrute de la acompañante.
Por otro lado, decir que se peleó con otro hombre otorga mayor prestigio de macho. El agarrarse a golpes hace más fuerte al sujeto e inspira una imagen de temor, de valentía. Si perdiste la batalla quedarás como una persona que no permite que manchen su honor y está dispuesta a todo. Si ganaste el duelo quedas como todo un hombre, que impone respeto y asume el liderazgo. Las borracheras también son contadas con carácter épico. ‘Nos quedamos chupando hasta las 6 de la mañana’, ‘Tomamos 5 cajas de chela y seguíamos parados’ son frases comunes que escuchamos a quienes se enorgullecen de que el trago no les hace efecto rápido y tienen un poder de resistencia alucinante.
Sin embargo, con el paso del tiempo, esta imagen de fuerza que la mujer interpreta como protección puede hacer retratar al hombre como un animal, un ‘enfermo’ y mañoso porque la dama comienza a buscar un hombre más tierno.
CAMPO DOMÉSTICO
El hombre al cumplir la mayoría de edad ya tiene la obligación de comportarse como una persona madura y responsable. Eso exigen las enamoradas quienes ven al hombre ya no como un fortachón que las proteja sino como una persona que sea un buen padre, cariñoso, comprensivo, proveedor de cosas, sensible, más de casa. Por eso que las chicas exigen a su pareja que pase más tiempo con ella en la casa. A pesar de ese pedido el hombre tiene que encontrar un equilibrio. Fuerte en la calle y tierno en la casa. Claro, que cuando esté en la calle tendrá que soportar las burlas de sus amigos. Recibirán insultos machistas como ‘pisado’ y ‘saco largo’.
CAMPO PÚBLICO
En la calle, el hombre debe ser el ‘papi riqui’, el ‘más más’. El varón tiene la necesidad de ‘que lo vean’ es por eso que acostumbra tomar las chelas en las esquinas de las calles y parques y no en la casa. Además que el hogar es visto como un ambiente más para la mujer y la calle para el hombre. En la vía pública el macho se presenta como una persona de éxito, como poderoso, por eso es un buen sitio para conocer más gente y hacer redes sociales humanas de contactos. No obstante, algunas personas que ven al hombre libando en la calle lo tildarán de irresponsable. Cabe destacar, que en este campo existen espacios de desahogo como las cantinas donde popularmente la gente va a contar sus penas y los burdeles donde los hombres sacian el instinto sexual que no es complacido por una novia.

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