Escribe: Chiara Hartley Menini (Estudiante de Comunicaciones en UPC)
No es otra cosa. Sigue siendo la muerte de un inocente. La muerte, como se lee, disfrazada, respaldada por un falso concepto de necesidad, de justicia, pero…muerte al fin y al cabo. Y tengo que decirlo. Sobre todo ahora. Ahora, que el aborto terapéutico ha sido despenalizado en nuestro país. Y sí, no es gran novedad: lo está desde 1924. Sin embargo, recién se ha fijado el protocolo. Y todo ha partido de una denuncia al Estado. Ha partido del miedo. Del mismo miedo que invade al presidente y no le permite ponerse firme y defender la vida. La vida, un derecho de toda persona. El principal. Fijado en el artículo 2.1 de nuestra Constitución. De toda persona, recalco. Grande o pequeña, no interesa, pero persona al fin y al cabo. Y esta es la realidad del Perú ahora: la muerte del ser más indefenso ya está aprobada. Y sí, solo en el caso de que la vida de la madre se vea amenazada, pero… vamos, ¿qué seguirá después? Prefiero no imaginármelo. Y no exagero. ¡Qué conformista me parece querer salvar solo una vida cuando se pueden salvar dos!
Dos, repito. Y es que estamos en pleno siglo XXI. Hay mil y un avances científicos. Por ello, no comprendo cómo es que, a estas alturas, algunos consideren el aborto una terapia. Una terapia que consiste en matar a un ser indefenso. No me lo creo. ¡Qué terapia! Lo reafirmo: matar. Esa es la palabra. Así de fuerte, sin eufemismos de los que se sirven algunas instituciones lingüísticas para suavizar la palabra aborto. Muerte, afirmo con seguridad. Y lo digo porque el feto es persona humana desde su concepción. Y esto no es invención, ni opinión…es ciencia. Evidente, irreprochable. Y si aún así existen algunos que se niegan a creerle; recurro a su lógica con esperanza y les planteo: ¿Puede una vaca, haber surgido como piedra y, luego, haberse convertido en vaca? Suena estúpido. Y sí que lo es. Si un concebido no es persona desde el inicio, no puede llegar a serlo luego. En fin. Solo apelo a esta aclaración para hacer entender, desde el comienzo, que el aborto es arrebatarle la vida a alguien. Por lo tanto, la libertad de la madre no constituye razón válida para considerar el aborto. Porque sí, la mujer es libre; puede decidir. Decidir sobre su vida, sobre su cuerpo. Y es cierto, el concebido está dentro suyo. Dentro de ella, pero eso no significa que sea parte de su cuerpo. No es un apéndice, no es una hernia. Es una vida. Es su hijo. Así de simple.
Volvemos, ahora, a lo mismo, al aborto terapéutico. A ese que no le encuentro razón para que haya sido aprobado. La verdad, no le encuentro razón ni a su nombre. No es terapia, estoy segura. La terapia busca curar, sanar, pero… ¿matar? En ningún caso. Lo peor de todo es que me pongo a pensar y me pregunto: ¿no se aprovecharán más del término “terapéutico” para ampliar la ley? Me explico: lo que planteo es si luego no vendrán algunos que digan que el aborto “terapéutico” no debe aplicarse solo en el ámbito de la salud física, sino también mental. Bajo esta idea se aprobaría cualquier aborto. Aunque, de manera especial, en el caso de violación. Y ahora sí estoy más preocupada. Insatisfecha, decepcionada. Pero en fin, prefiero no adelantarme; hablar de lo que tenemos hasta ahora. Que en sí, ya es suficiente para indignarse. Y no, no me cabe en la cabeza la idea de elegir entre una vida y otra. Vamos, ambas son vidas. Vidas con un mismo peso, con un mismo valor. Por lo tanto, un médico debería tratar un embarazo riesgoso teniendo en cuenta que no tiene un paciente, sino dos. Uno más indefenso, más vulnerable, pero igual de valioso. No debería de aprovecharse de eso.
Ahora, me parece importante hacer una distinción. Una diferenciación entre una verdadera terapia y un aborto. Porque claro, existen terapias lícitas para tratar situaciones en las que la vida de la madre corra peligro. Estas van muy bien direccionadas. Su intención es claramente sanar. Ahora, que como consecuencia se pueda producir el fallecimiento del concebido no significa que esto se quiera desde un inicio. Lo que se busca es curar. Por ello, a pesar de que la terapia se convirtiera un “arma de doble filo”, este hecho no resultaría repudiable. No hay que confundir; no es lo mismo. En el aborto “terapéutico”, se fija un día para eliminar la vida del concebido, se planea y se sabe el resultado: la muerte del bebé. En las terapias lícitas, se plantea un tratamiento, en el que se busca salvaguardar ambas vidas. Que alguna de ellas se pueda perder en el camino es una consecuencia no querida. Que quede claro.
Y bueno, esta es la situación. ¿En qué se está convirtiendo el Perú? Sería bueno que todos se lo preguntaran. Especialmente aquellos que han apoyado con tanto ánimo la despenalización. Es lamentable lo que ocurre. Pero, vamos, no hay solo que lamentarse. Hay que denunciar, hay que defender el valor de la vida. Sin el miedo del Estado y con la convicción de que el matar no es terapia y, menos, un derecho. Hay que pronunciarse con la esperanza de que la democracia se haga real y seamos escuchados. Es lo que queda.
Marcha por la Vida en Lima (Perú), que se realizará el sábado 21 de marzo de 2015 desde las 4:00 p.m.(Cruce Av. Brasil y Javier Prado en Distrito Magdalena).
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Gran Marcha por la Vida 2015 será el 21 de marzo en Perú
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3500 jóvenes voluntarios que apoyarán en la realización de la Marcha por la Vida, el 21 de marzo en Lima
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Canción Marcha por la Vida - Lima 2015
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Vine A Conocerte (letra) - Canción Oficial de la Marcha por la Vida 2015
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