domingo, 2 de febrero de 2014

Escribe: Aldo Llanos Marín en exclusiva para El Blog de Topo
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Si los sentimientos son objeto de regulación legal, como por ejemplo el archiconocido “argumento emocional” de Giovanny Romero y de Juan Carlos Ferrando: “¿Si dos hombres o dos mujeres se aman, porque no pueden casarse por la ley?”, ¿qué impediría más adelante que yo me case con mi perro, o al mejor estilo de Richard Torres, que me case con un árbol?, si la razón es: “porque nos amamos”, entonces no habría ninguna razón para mirar mal a los que practican la zoofilia si es que estos quisieran legalizar sus uniones.
Es obvio que por medio de la razón reconocemos –más no inventamos ni consensuamos-, que existe una verdad superior y objetiva que se sitúa por encima de nuestros deseos y sentimientos, que nos obliga a reconocer la dignidad de la persona humana y su naturaleza, por lo que de este modo no podríamos legalizar la uniones entre personas y animales o entre personas y cosas. Por la razón podemos alcanzar a comprender la verdad conforme a la realidad de una unión civil, que el fin de esta, al ser una copia secular del matrimonio religioso, no es simplemente el “pasarla bien”, ya que nadie se casa teniendo como leiv motiv el “pasarla bien” y ese no es un argumento suficiente de legislación. El argumento emocional denota la unión de dos egoísmos, que no solo deben unirse en las buenas –para “pasarla bien”-, sino también en las malas, en la enfermedad o en la pobreza, hasta que la muerte y no la “incomodidad” los separe.
En el caso de las uniones civiles entre dos personas del mismo sexo, el argumento emocional no es criterio suficiente de justificación legal porque estaríamos situándolo al nivel de los casos antes mencionados y la dignidad humana, palabrita que proviene del cristianismo, lo impide. En el caso de dos personas del mismo sexo que quieren casarse y ser reconocidos por la ley, cabría preguntarse cuál es el fin de la institución civil que pretenden legalizar, ¿el fin será pasarla bien?, ¿es un compromiso real y normado aquél que se sostiene solo por el deseo sentimental, tan volátil como inestable?
Ahora, si el fin de la unión civil es “hacer familia”, ¿cómo será posible eso si por naturaleza es imposible?, ¿o acusaremos a la naturaleza por “homofóbica”? Biológicamente el cuerpo de un varón y una mujer son perfectamente complementarios, el estudio de su genitalidad y de sus cerebros, nos muestran a dos personas distintas pero complementarias, cada órgano sexual encuentra su complemento reproductivo en el otro, pero ¿si es que se quiere “hacer familia”?, ¿cómo será posible si los cuerpos de dos hombres o de dos mujeres no son complementarios reproductivamente hablando? Y aquí también incluyo al estrambótico caso peruano de la pareja formada por Fiorella Cava, hombre travestido de mujer y de Jan Kahn, mujer travestida de hombre, además del ficticio embarazo de “hombre” en Argentina, que en verdad era una mujer transexual.
Oh sí, de seguro no se callaría Fiorella Cavas, o mejor dicho Sergio Cava, ex vocalista del grupo peruano ochentero “Jas”, transexual y activista, quién al igual que en una entrevista, me diría que el argumento biológico no es concluyente, porque si esto fuera así tampoco se podría reconocer como familia a una pareja de heterosexuales que tienen problemas de fertilidad. Lamentablemente querida “Fiorella”, esas son excepciones por disfunción más no por ausencia, que por ser excepciones, confirman la regla.
Por eso no se puede argumentar emocional y simplonamente con frases tales como “si dos homosexuales se aman ¿porque impedir su unión?”, porque eso no le hace justicia a la propia pareja homosexual ya que en el fondo decir eso significa “haz lo que te venga en gana que no me importa”. Nadie dice que dos personas del mismo sexo no puedan amarse, o que no tengan la capacidad de amar, eso sería absurdo, también creo que dos personas homosexuales pueden hacer de sus vidas lo que ellas quieran –incluyendo lo que hagan bajo de sus sábanas-, pero otra cosa es promover y legitimar un estilo de vida sin tener mayores criterios de fondo que el de una imposición ideológica.
Para vencer la barrera biológica, los ideólogos del lobby homosexual la emprenden con la posibilidad de poder adoptar niños, revelando nuevamente, su ferviente deseo de equiparación con una familia natural y es aquí en donde surgen nuevos argumentos. Uno de los más oídos lo leían la columna semanal del diario Perú 21 de otra persona interesada en la equiparación: la psicóloga Carmen González, también conocida como la “doctora cachetada”. Ella, fiel a su credo de izquierda, no daba ninguna razón para argumentar la equiparación de matrimonios, tan solo dijo textualmente: “Los sectores que son los grandes promotores de la libertad, en este tema son hiperconservadores, con argumentos absurdos: que hacen daño a la sociedad, a las familias y a las personas. Como si el matrimonio heterosexual fuera la gloria”. Típica “argumentación” Dra. González. En este caso la falacia parte al comparar lo mejor de uno: una supuesta e idílica pareja homosexual que busca adoptar un niño, con lo peor de la otra: una –lamentablemente real- pareja de heterosexuales que viven en medio de un infierno familiar. Acá el problema no se enfoca así, se trata de comparar lo mejor de uno con lo mejor del otro y así ver que le conviene a un niño y tal como lo hizo ver con claridad el reconocido psicólogo Fernando Maestre. Por más real que sea una pareja homosexual bien constituida, jamás se va a comparar a una pareja heterosexual bien constituida, ya que el niño NECESITA Y TIENE DERECHO, A TENER UN PAPÁ Y UNA MAMÁ para desarrollarse plenamente: biológica, psicológica y espiritualmente. Aquí no se trata de tener el “derecho” de tener un hijo, porque tanto la pareja homosexual como la heterosexual, no tienen ningún derecho de “tener” hijos, ya que estos como personas humanas, no son OBJETO DE DERECHO -porque serían rebajados a simples bienes de consumo-, sino más bien, son SUJETOS DE DERECHO, es decir tienen derecho a que el estado garantice su máximo bienestar para desarrollarse plenamente y de la mejor forma como lo que es: una persona humana.
De este modo se puede entender los malabares semánticos y leguleyadas que la dictadura del relativismo impone a través de la agenda pro homosexual como en países tales como Inglaterra o Australia, en donde no se reconoce legalmente en las inscripciones de registros civiles a un PADRE o a una MADRE, sino estas palabras han sido sustituidas para reconocer a unos indeterminados “PARENT 1” y “PARENT 2”. De Ripley y aunque usted no lo crea.
Tampoco es cuestión de números, ya que se insiste machacona y erróneamente, que el 10 % de la población humana es homosexual, tal como lo escuché al desinformado Aldo Miyashiro en su programa nocturno. Este porcentaje está sacado del ya desacreditado Informe Kinsey, elaborado por Alfred C. Kinsey, zoólogo y homosexual con serios problemas emocionales, quién afirmó que el diez por ciento de los varones y el cuatro por ciento de los hombres blancos son exclusivamente homosexuales a lo largo de su vida. ¿Por qué está desacreditado actualmente este informe? Pues por el muestreo, ya que utilizó como población de muestra a 5300 hombres entre los que se encontraban 1200 condenados por violación sexual, pedófilos, exhibicionistas, prostitutos, y presidiarios, quienes en medio del desorden moral dentro de las cárceles suelen cometer actos homosexuales para satisfacer sus necesidades del bajo vientre. Uno de los estudios más serios, aceptado inclusive por organizaciones homosexuales, es el de Edward O. Laumann, que concluyó que el 2.8 % de los varones y el 1.4 % de las mujeres relatan algún nivel de identidad homosexual (o bisexual).
Tampoco puedo dejar escapar uno de los argumentos que esgrimió mi contendiente en el debate, un estudiante de sociología, quién afirmó que la homosexualidad no es moralmente aceptada porque ese es el paradigma occidental de matriz judeocristiana, y que en otros pueblos se han dado casos de uniones homosexuales en diversos estadios culturales. Encima y para remate, se le salió su corazoncito socialista de vertiente indigenista diciendo: “Después de dos guerra mundiales y las bombas atómicas, ¿Qué autoridad moral tiene occidente para imponer sus valores a toda la humanidad?”, ¡qué frasecita de mitin! El error de su argumentación pasa por su relativismo cultural, típico en los análisis de tinte marxista, que sitúan a las culturas como “fragmentos” en los que no se puede “leer” una humanidad subyacente a todas, es decir, desvinculando la cultura de sus dimensiones cognitiva y moral.
Pero, ¿cómo es posible justificar esta realidad que parece esparcirse por todo el mundo? Entonces, como racionalmente y en reconocimiento de la realidad de la naturaleza no les es posible, entonces solo les queda un camino: LA INVERSIÓN DE VALORES POR LA JUBILACIÓN DE LA RAZÓN. ¿Qué ideas primarán entonces para construir un marco legal que permita estas y otras cosas más que se les antoje?
Para los pensadores del lobby homosexual el norte es claro, sino lean lo que escribió para el Chicago Free Press el activista homosexual Paul Varnell, el 16 de Agosto del 2000, en un artículo titulado “Defending our morality”: “De esta forma el movimiento homosexual, sea que lo reconozcamos o no, no es un movimiento de derechos ciudadanos, ni un movimiento de liberación sexual, sino una revolución moral con el objetivo de transformar la percepción de las personas sobre la homosexualidad” Más claro ni el agua.
En muchas escuelas universitarias se sigue con predilección una moral kantiana porque a partir de sus premisas yaunque la naturaleza diga lo contrario,se puede relativizar todo: “Una persona no está propiamente sujeta a ninguna ley fuera de las que él mismo establece, sea solo o en conjunto con otros” (I. KANT - “Introducción a la metafísica de la moral”)
Asimismo, la administración de justicia seguirá planteamientos que determinan la pobreza de los alcances de la razón conforme a una verdad de las cosas como elpropuesto por Kelsen en 1957 en su “afamado” artículo “¿Qué es justicia?”: “El problema de valores es, sobre todo, un problema de conflicto de valores. Problema que no puede resolverse mediante el conocimiento racional. La respuesta al problema planteado es siempre un juicio que, en última instancia, está determinado por factores emocionales, ostentando, por consiguiente, un carácter altamente subjetivo. Esto significa que es válido únicamente para el sujeto que formula el juicio siendo, en ese sentido, relativo”
Finalmente, toda esta subversión académica trascenderá en las esferas públicas, en donde los egresados, militantes del relativismo más intolerante, podrán poner en práctica estas ideas y lograr establecer sus conveniencias ideológicas. Ejemplificadora y paradigmática es la sentencia de la Corte Suprema norteamericana en el caso Lawrence vs Texas del 26 de Junio del 2003, que declaró, por seis votos contra tres, las siguientes afirmaciones: “En el núcleo de la libertad está el derecho de cada uno de definir su propio concepto de la existencia, del sentido del universo y del misterio de la vida humana”, “Cuando la sexualidad encuentra expresión manifiesta en una conducta íntima con otra persona, tal conducta puede ser apenas uno de los elementos de un vínculo personal más duradero. La libertad protegida por la Constitución permite a las personas homosexuales el derecho a realizar esa elección”
Señoras y señores, la mesa está servida.
“Sin Dios todo es posible” – Fedor Dostoyevski
En consecuencia de lo expuesto, ahora se entiende porque a la par de la promoción de las uniones civiles homosexuales -con campañas y eventos tales como “Parejas imaginarias” y todas las que abundan en las redes sociales-, también se hacen campañas pidiendo un “estado laico” ¡que ya existe! pero que el lobby homosexual lo quiere a su maneraporque saben muy bien que la Iglesia y los creyentes con fe y razón siempre tendrán en cuenta la Ley Natural, es decir, la correspondencia de la naturaleza con el ser de las cosas y no seguirán el sonido de flauta del credo relativista.En estos esfuerzos se encuentran visiblemente los congresistas de izquierda Rosa Mavila y Verónica Mendoza así como el humalista Sergio Tejada y el ex chakano Carlos Bruce. Lo curioso es que las congresistas mencionadas son también las principales promotoras de la legalización del aborto en el Perú. ¿Notaron la coincidencia?
Así mismo, es fácil comprender porque casi todos los activistas que propugnan estas ideas son ateos, agnósticos o en su defecto creyentes “a su manera”, personajes mediáticos o personalidades muy conocidas a quienes cada cierto tiempo escuchamos lanzando diatribas y duros calificativos a la Iglesia y a los creyentes, como si fueran unos “iluminados”, situados más allá del bien y el mal ya que ellos creen saber mejor que nadie, qué es el hombre y cuál es la buena vida que debe vivir.
Por eso hay que saber reconocer lo correcto de lo sesgado de las opiniones de estas personas, así tengan un Nobel o un cargo de relevancia en las esferas públicas o privadas, que por el simple hecho de que cualquiera de ellos opine a favor ¿Por qué deberíamos estar de acuerdo? Existe el libre pensamiento y no debe importarnos elaborar un discurso “políticamente correcto” si es que antes no tenemos acceso a toda la información, a favor o en contra, para construir así una opinión válida y en consonancia con la verdad de las cosas y no porque alguna personalidad lo dice.
No se amedrenten, porque creo firmemente que esta moda pasará con el tiempo y tal vez no nos toque ver eso, pero al igual que con las fábulas marxistas y fascistas, las fábulas relativistas se acabarán porque ni cien mil mentiras juntas hacen una sola verdad.

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