Estamos a exactamente a 72 horas de la navidad, el nacimiento de Jesús y en la capital los preparativos se realizan al máximo….
Las calles de la ciudad colapsan por el tráfico de todos los que llenan las tiendas por departamento buscando obsequios. Una cadena de supermercados acaba de lanzar su comercial anunciando que atenderá toda una madrugada de corrido. Un pastor sale en TV diciendo ¿Tan materialistas somos los peruanos?. Yo le respondo, no señor, somos generosos, al peruano le gusta compartir.
Los villancicos cada vez se escuchan más y el olor a chocolate caliente envuelve nuestro olfato, niños de aldeas infantiles en la Plaza San Martín y unos gerentes de un conocido banco encienden un gigante árbol en la Plaza de Armas, así como en el parque Kennedy hace lo propio una importante cadena de tiendas.
Las calles adornadas con hermosas guirnaldas e imponentes lucen irradian nuestro corazón haciéndonos sentir más navideños que nunca. Como dice un refrán televisivo ‘’La navidad le cambia el ánimo a cualquiera’’.
Escribo esto desde la Estación Central del Metropolitano no se como entraré al bus con mi pavo de 7kg que he comprado para la cena. Así que mejor me voy por un taxi. Al salir de la Estación vi a muchas personas con sus panetones y su tradicional canasta navideña. ¡La situación ha mejorado, caracho! dije en mi mente.
Un grupo de brasileros vestidos de blanco salen en un canal de cable anunciando el fin del mundo, lo único que se me esta acabando es el tiempo porque tengo que ir a la Misa de gallo y no he comprado los cuetes. Sí, que emoción, colocar los regalos en el árbol, hacer la cuenta regresiva y brindar por el nacimiento de Jesús, nuestro Señor. Quien te diga: No a los regalos, está errado. La solidaridad y el amor no es materialismo es una forma de demostrar el aprecio por el otro, pero claro sin perder el verdadero sentido de estas fiestas.
¡Hijo, ya pon el DVD! – me dice mi madre. Vamos a ver el regalo prometido ¿Lo recuerdan?
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