sábado, 31 de diciembre de 2011

A veces nos quejamos por qué tantos accidentes de tránsito, porque existe tanta corrupción, porque las calles son tan sucias, porque las paredes paran pintadas, los buses son tan viejos, entre otros.
Si bien es cierto las autoridades tienen la obligación de solucionar estos problemas, nosotros somos los principales culpables de una triste realidad que nos aqueja. El limeño quiere hacerse ‘el pendejo’ y burlar normas de urbanidad y de limpieza que son vitales para una Lima armónica.
A muchos le importan tres carajos el uso del cinturón de seguridad, pagan el pasaje que les da la gana, choferes convierten sus autos en colectivos informales, arrojamos papeles y desperdicios al suelo, nos pasamos la luz roja, coimeamos a un policía, los microbuseros dejan subir pasajeros en paraderos prohibidos, manejan en estado de ebriedad, pintamos las casas con aerosoles, etc.
Existe una cultura pendenciera que hace que la ciudad no avanza. ¿Qué pasaría si cambiáramos? Imagine una Lima con personas que respetan los estacionamientos de discapacitados, que los conductores no excedan el límite de velocidad, que utilicemos los puentes y no arriesguemos la vida cruzando trepando rejas….
Parece un sueño imposible, porque criticamos a un político recibiendo dinero como coima, si tú le pagas 20 soles a un policía de tránsito para que no te multe por tocar la bocina cuando no debes. Seamos conscientes moralmente y construyamos juntos una mejor ciudad respetando las reglas para tener una mejor calidad de vida.
El cambio está en nuestras manos. Recuerda la honestidad marca la diferencia

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