lunes, 28 de julio de 2014

ESCRIBE: FERNANDO ESLAVA (DIRECTOR DE EL BLOG DE TOPO)

Reflexiones sobre identidad nacional y desafíos ciudadanos rumbo al bicentenario

Hace algunos años, cuando estaba en el colegio, se solía cantar el himno nacional e izar la bandera todos los lunes. Cerca a las fiestas patrias salíamos a desfilar como militares por las calles cercanas y la banda del colegio coronaba la ceremonia castrense. Con el paso de los años, me di cuenta que casi ninguno de mis compañeros entonaba las sagradas notas del himno patrio y el desfile quedó en el olvido. El que se colocaba la escarapela (a pesar que era obligatorio) era visto como un ser estrafalario. Por más intentos de los profesores de promover un acto cívico o patriótico este era desacatado por los estudiantes con cierta rebeldía. Después de la etapa escolar, cuando uno ya es libre, la preocupación por los temas de agenda nacional, la política y el compromiso social son dejados de lado. Son vistos con indiferencia. Como si la construcción de un país no tiene nada que ver con nosotros. Lo más importante es ver cómo ganas dinero para tu propia conveniencia sin importar a quien perjudiques, escoges viajar al extranjero antes que conocer tu propia historia y prefieres un Mc Donald’s antes que un ceviche o una pachamanca. Estimo que, en unos años, cuando me case y tenga hijos, esos amigos del colegio no se preocuparán en colocar la bandera en el techo de su casa, se zurrarán en crear un área de Responsabilidad Social en sus empresas, sobornarán a la Policía cuando se pasen la luz roja y tratarán de evadir impuestos jugándole sucio al país. En su hogar no harán un almuerzo familiar por fiestas patrias. Sus hijos estarán cada quien por su lado, la música criolla habrá bajado todo su volumen y el Pisco se habrá evaporado como nuestra identidad y amor por el Perú.

Ante esta triste realidad, vale preguntarse ¿Cómo vamos a usar la escarapela si somos parte un país donde aún se considera ciudadanos de segunda categoría a peruanos igual que nosotros?, ¿Por qué colocar la bandera en el techo de la casa si somos parte de un país donde roban en cualquier esquina y matan por 5 soles?, ¿Para qué cantar el himno nacional si somos parte de un país preso de la ignorancia, de la falta de educación, un país donde el más ‘criollo’ o pendejo sale ganando?, ¿Cómo vamos a sentirnos orgullosos de ser peruanos si somos parte de un país que no clasifica al Mundial hace 32 años?, ¿Por qué pagar impuestos si somos parte de un país donde los políticos corruptos terminan robándose la plata y no se hace nada para salir del subdesarrollo?, ¿Para qué participar de un voluntariado social si somos parte de un país con gente indiferente, donde la solidaridad es vista como sinónimo de cojudez? Podemos seguir cuestionándonos para qué, por qué, de qué vale hacer cosas buenas si todo seguirá igual. Lo que sucede es que a veces nos rendimos fácilmente y no nos damos cuenta que somos parte de un país con oportunidades. La respuesta está en la pregunta. Somos parte. Es de cobardes no interesarse por el bienestar colectivo de la patria y es, además, de conchudos quejarse por la situación actual cuando no hacemos nada por construir un mejor Perú. El Perú lo hacemos todos nosotros. Todos somos parte. No es necesario ser Mánco Cápac, Superman o el Presidente de la República. Solo necesitas una buena dosis de Pisco Sour, un poco de cebiche, dos pepitas de lúcuma, unas gotas de chicha morada, un pedazo de pollo a la brasa, dos kilos de música criolla, una línea de Nazca, el aroma de Machu Picchu y 100 decibeles del himno nacional para cambiar de actitud.

Ad portas de cumplir 200 años de independencia es necesario sentirnos comprometidos con el Perú, de la tierra que nos vio nacer, del país donde vivimos, jugamos, comemos, reímos, estudiamos y trabajamos. Esa es la única forma de sentirse identificado con nuestros colores. Tenemos que recuperar ese espíritu patriótico inspirados en nuestra historia milenaria, la gastronomía, los bellos lugares turísticos, las danzas, nuestros héroes, la biodiversidad, el espíritu alegre, la creatividad. No esperar estar en otro país para valorar cosas únicas que solo él Perú puede ofrecerte. En cosas muy simples como respetar los paraderos, no intentar sobornar al policía, siendo honestos, tratando bien a los turistas, cediendo el asiento en el bus, llevando alimento y abrigo a quien lo necesita, viajando por lugares turísticos, eligiendo autoridades a conciencia, participando activamente de la vida política, no contaminando el medio ambiente, incentivando el consumo de la comida peruana, no discriminando, valorando nuestra cultura y utilizando la creatividad para el emprendimiento lograremos que nuestros hijos canten el himno nacional en su colegio, porten la escarapela orgullosos y desfilen con la frente en alto cada semana de fiestas patrias. Escribo esta columna con la escarapela en el pecho y te canto mi pregón de 28 con guitarra y cajón a manera de reflexión. Ya es hora de sentirnos peruanos, de sentirnos hermanos. Hagamos una reunión familiar, llamemos a los amigos. Festejemos todos juntos las fiestas patrias, brindemos por el Perú. Tenemos un país hermoso, un país lleno de oportunidades para seguir creciendo. La pelota está en nuestra cancha. ¡Salud Perú!

¿Tienes alguna duda de lo chévere que es ser peruano? ¡Chequea este video!

Marca Perú

2 comentarios:

  1. Excelenteeeee reflexión, para tomarla en cuenta sobre todo los adultos para dar el ejemplo e inculcar esos valores de identidad a nuestros hijos desde muy pequeños; el himno no sólo debe cantarse en una cancha de fútbol.

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  2. Eres muy prejuicioso con respecto a la descripción de la casa de estudios La Molina.
    La Universidad Agraria La Molina cuenta con mejores laboratorios,buena infraestructura,la casa de estudios es muy competitiva,es una universidad que cuenta con profesionales de alto nivel de cultura agraria y humanística,forma profesionales con ese nivel de educación. La Universidad esta a la vanguardia,pendiente de los avances científicos y tecnológicos a nivel mundial.
    Describes de manera déspota,dejada,y negligente las casas de estudios.No se que clase de estudiante eres,pues los que estudiamos en universidades publicas meremos respeto y suma consideración, Somos muy disciplinados y orgullosos de lo que hacemos.

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